Baten las alas, que es el poder infinito de la especie humana para desafiar el tiempo
y emprender desde lo hondo el vuelo imprescindible de sus creaciones.
Clavan sus puntas las vivencias, las añoranzas, las ternuras y las tormentas para volverse obra humana, que es el paso definitivo por el tiempo.
Así se arrancan los surcos de la experiencia y se desprenden del cuerpo. Parten buscando el sol y la sombra, y se juntan con otras alas en su destino de calar y conquistar más viento que las haga crecer.
Estas son alas todas, con sus puntas afiladas, con sus memorias de un mundo, una isla y un canto de Hombre indivisible.
Cuentan el enfoque ontológico sobre las esencias de la cubanidad. Muestran la suerte de crónica social y humana que viven sus creadores. Buscan insaciablemente el misterio rotundo de lo universal y lo contextual. Se agitan de la ironía al lirismo. Subliman lo pueril y lo tremendo del alma. Revelan la trasgresión visual en las formas de componer las refe-rencias de la realidad.
Las alas se exponen, retan perspicaces las agudas puntas que se clavan en todos nosotros y nos transforman. Nos entregan paloma y pelea. Nos invitan al convite de la imaginación. Nos prohíben renunciar a volar.
Aquí yacen sus cantares… Son ellas alas mansas. Podemos batir las nuestras… Sea…