Desde hace tiempo quería entrevistar a este grande y sencillo creador que, sin algarabía ni alarde de ningún tipo, ha ido forjando un arte en y de las imágenes que, sin duda, figura, en su categoría, entre lo mejor realizado en nuestro país.
El aún reciente Congreso de la UNEAC facilitó el breve encuentro, el abrazo, la foto con mi cámara digital, tomada por otro colegamigo, y, sobre todo, el decidido compromiso suyo y mío de: «Ahora sí vamos a hacer la entrevista.».
Luego, pasó el tiempo y pasó… hasta que sólo días atrás hubo un reencuentro por e-mails que facilitó la siguiente entrevista, la que, además, pretende resumir brevemente (algo imposible en él, que tanto bueno ha hecho) aspectos esenciales de su no menos esencial quehacer.
Roberto, ¿primero fue la fotografía o cómo fueron tus inicios?
Waldo, de niño sentí una fuerte motivación por la música y las matemáticas, mira qué contraste. Más tarde me incliné por la electrónica, el sonido y las telecomunicaciones. Quise ser muchas cosas, hasta químico, pero al final me decidí por la ingeniería. En medio de todo eso, di unas cuantas vueltas y recibí un golpetazo que cambió el curso de mi vida, y un día me vi con una cámara en el hombro y quedé hechizado para siempre: Eso fue a finales de 1977, allá en la Flota Cubana de Pesca. Allí di mis primeros pasos. Allí comencé a ser lo que he podido ser hasta hoy. De modo que lo que podía haber sido un oficio pasajero, se convirtió, de buenas a primeras, en una de las grandes pasiones de mi vida.
¿Cuándo te adentras en el fabuloso mundo de la comunicación visual y los vídeos?
Entré en el mundo de la comunicación audiovisual por casualidad y, desde un inicio, sentí una motivación tremenda por todo lo que iba descubriendo a mi alrededor en medio de un prolongado proceso de aprendizaje que ha durado años y estoy seguro durará toda la vida. Tuve que aprender de los demás, leer, estudiar, investigar y, sobre todo, entregarme por completo a una profesión que cada vez me motivaba más. Eso sí, le puse mi alma y mi corazón a todo cuanto hice. Pero fue el azar, el destino, el responsable de todo. Después vino una etapa de trabajo intenso: Seguir a Fidel a todas partes cámara en ristre, fue la misión principal de mi vida: a ella dediqué mis mejores años. Y eso me reconforta. Una vocación sincera por la cultura y por la vida ensancharon mi horizonte creativo, y hoy, con el advenimiento de las nuevas tecnologías se abre ante todos nosotros un inmenso abanico de posibilidades que nos obliga a superarnos, a crecernos, si no queremos quedar en el camino. Por eso te puedo decir, que aún estoy entrando en eso que tú bien llamas el fabuloso mundo de la creación audiovisual. No olvidemos que "todos somos aprendices, no hay tiempo para más".
¿Cuáles han sido los vídeos con los que te has sentido mejor, más realizado?
Mi trabajo preferido es el último que hago, es decir, el que estoy haciendo ahora. Luego, cuando pasa el tiempo, comienzo a valorar los resultados y entonces surgen algunas preferencias. Pero todos de alguna manera, me han dado luces, y por cada uno siento un especial cariño. Ahora bien, si me pides que te diga con cuáles me siento más identificado, créeme si te digo: con los que tengo en mi mente ahora, los que no he podido hacer todavía, esos que me rondan y a ratos me arrebatan el sueño.
Has realizado spots a nuestros más destacados pintores y trovadores contemporáneos. ¿No has pensado realizarlos con otros creadores, digamos actrices, bailarinas...?
Mi relación con las artes plásticas no es sólo profesional, sino, por encima de todo, afectiva. Más que una simple inclinación, es una conducta, un sentimiento enraizado. Yo pienso que irá creciendo el diapasón, pero todo caerá por su propio peso, sin forcejeos ni manipulaciones; sin intereses mezquinos. Será la inspiración, la vida misma, la que abra el camino. Pero por ahora no pienso apartarme de las artes plásticas. No puedo... y no es una obsesión ni una enfermedad: es amor, un amor verdadero.
¿Qué proyectos atesoras en estos momentos y con vistas a varios años?
Cuando he pensado que la inspiración se me apaga, en los tiempos de crisis, es cuando más ideas me han invadido. Ahora es el videoarte, y también, las vídeo-instalaciones: tarea difícil, incluso para los que hemos incursionado en otros géneros de la creación audiovisual. Pero todo es cuestión de tiempo. Por estos días, a dúo con William Pérez, un artista un poco más joven que yo y de una amplia trayectoria de trabajo, estamos dándole vueltas a varias ideas a corto y mediano plazo: Una la hemos titulado Co-Existencia, una video instalación que, si la suerte nos acompaña, presentaremos en la próxima Bienal de La Habana, y otra todavía en ciernes, que vendría a ser la continuación de la primera, sin título aún. Los dos estamos muy entusiasmados con esos y otros proyectos que nos hemos propuesto. Sabes que el más reciente, Alas con puntas, tuvo su primera edición el pasado 29 de enero en el Memorial "José Martí" y contó con la participación de 12 importantes artistas cubanos de nuestra plástica: Frémez, Kcho, Javier Guerra, José Villa, Alain Pino, William Pérez, Choco, José Fúster, Jorge Luis Santos, Jesús Lara, Roberto Fabelo y Dausell Valdés. Puedo decirte que tuvo un gran impacto en el público y tendrá una segunda vuelta, ahora, con la incorporación de otros artistas también de la plástica: Luis Camejo, Cirenaica Moreira, Reinerio Tamayo, Ernesto García Peña y Nelson Domínguez, entre otros.
«Quiero añadir que la música juega un rol esencial en este proyecto y que le estoy muy agradecido a los músicos, compositores e intérpretes, que desinteresadamente han colaborado y colaboran con esta propuesta.
«Hay otro proyecto, Mañana será demasiado tarde, que presentaremos también en la Décima Bienal de La Habana y en el que participarán 24 artistas de diferentes generaciones. Será un alerta, a través del arte, a los peligros que enfrenta la humanidad en el Tercer Milenio y que ponen en riesgo la vida en el planeta y, por consiguiente, la supervivencia de la especie humana.
«Al mismo tiempo estoy filmando dos documentales, pero de esos prefiero no hablar hasta que esté más avanzado el rodaje. Y hay más, pero no es mi intención aburrir a los lectores. Eso sí, hay que trabajar. Y eso es lo que estamos haciendo.»
¿Cómo ve la vida Roberto Chile?
Soy optimista, creo en el futuro y, como Martí, tengo fe en el mejoramiento humano, por eso no pierdo la esperanza ni en los momentos más adversos. Y como aprendí desde muy joven que «la felicidad es un arma caliente»«, jamás me quejo del destino, sencillamente, vivo, sueño y lucho. “Sólo existe el momento, el ahora, los pequeños instantes de que está hecha la vida, la muy puta”. Cuando vives el presente, cuando no te distraes pensando en el ayer ni en el mañana, sino simplemente vives el instante, el momento, el "aquí y el ahora", se respira mejor, las penas duelen menos, se siente uno, cualquiera sean las circunstancias, dichoso de existir. Porque como dice Silvio en una de sus canciones: «Es tremendo estar vivo». Por eso todas las mañanas, al despertar, le doy gracias a la vida.
Háblame de tu familia, tu esposa, tus hijos…
Mi familia es mi mayor tesoro, empezando por mi padre que hace años ya no está. A él le debo los cimientos: el sentido de la dignidad, el valor a la amistad, en fin, esos sentimientos que sustentan mi ser. Mi madre es una bendición; vivo con ella desde que nací y así será por siempre. A ella le debo la vida y todos los años que ha velado por mí con amor y mimo. Mi esposa, Vivian, quien me ha acompañado durante más de treinta años, es mi refugio, mi amparo, mi más fiel confidente. A ella le debo un amor infinito, a toda prueba, y dos hijos que son mi adoración: Daniel, actor, futuro cineasta: un muchacho inteligente, apasionado, capaz de inspirar e involucrar en sus asuntos a los que le rodean, padre incluido. Y Yanelys, mi eterna niña, estudiante de Psicología, de una gran ternura y profundos sentimientos humanos. Tengo un hermano mayor que yo, Ramón, a él le debo una buena parte de lo que soy, pues fue quien me inició en el mundo de la creación audiovisual y, además, quien me salvó de una de las mayores contingencias de mi vida por allá por la década de los setenta. Tengo excelentes amigos a quienes me une una gran amistad. Mi deuda de gratitud hacia ellos es infinita. Mis compañeros de equipo son excepcionales; junto a ellos he recorrido el país y parte del mundo: son mi familia, mis hermanos. No odio ni le deseo el mal a nadie, martiano al fin, «jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza». Adoro mi ciudad, amo a mi país, creo en la Revolución, y no pierdo ni perderé jamás la fe en el futuro, la confianza en que el mundo será mejor mañana, que el porvenir no será ni un ocaso ni una jaula.
Publicado: 28/09/2008 09:02:38 AM | Fuente: CUBARTE