La segunda edición, de la muestra Alas con puntas, esta vez titulada “Toma 2”, en el Memorial José Martí, muestra desde el día 21 de abril en la sala de exposiciones transitorias de esa institución obras de los artistas cubanos Franklin Álvarez, Kamyl Bullaudy, Luis Enrique Camejo, Nelson Domínguez, José Antonio Hechavarría, Alicia Leal, Cirenaica Moreira y Reinerio Tamayo y del propio Roberto Chile, curador nuevamente y quien expone también sus videos como en la anterior y primera exposición.
Y no es ciertamente la única contribución de Chile a la X Bienal de La Habana, sino la tercera en el programa del evento, su participación ha sido, pues, intensa e incluye la organización de otras dos muestras, Mañana será demasiado tarde, en la que, 24 artistas cubanos, al llamado del curador, recrearon el concepto del tiempo para un planeta al filo de los peligros de la guerra, la agresión a la ecología, y la distribución desigual de los recursos del planeta, entre otros dilemas cardinales hoy para la sobrevivencia de la especie. La exhibición en el Centro de Prensa Internacional signada por un logrado nivel conceptual y de factura, en especial en visible en las obras de Jacqueline Brito, William Pérez, así como en la metafórica y lograda instalación fotográfica de caja de luz de Mabel Poblet, y el sugerente carboncillo de Sándor González; si bien es cierto que aristas más atrevidas pudieron ser indagadas a partir de ese tema global en las otras creaciones.
Una segunda muestra fue bipersonal de Roberto Chile con William Pérez en una obra dual titulada Co-existencia.
A esas dos se suma esta tercera colectiva, que da consecución a la anterior “Alas con puntas” realizada el pasado año con 12 artistas. En este caso la selección de ocho obras de igual cantidad de artistas parece partir más bien del criterio de mostrar las peculiaridades individuales del quehacer de cada uno de ellos, a través de obras bidimensionales e instalaciones, que, sin proponérselo, signan el momento creativo en el que se encuentra cada uno de estos creadores. Y ciertamente la obra de Kamyl Bullaudy Es mi verso lo que ves, y Las manchas del sol, de Reinerio Tamayo, así como La Espantapájaros, de Nelson Domínguez se imbrican más próximamente a la cita martiana motivadora de la concurrencia de las piezas.
Aún más me parece justo subrayar la participación de Chile como artista del video en las tres muestras colaterales organizadas por él en la X Bienal, específicamente en “Toma 2”, donde reaparece nuevamente con una narración promocional que no se limita meramente a esta función. Se hace evidente la originalidad del autor que le hace reconocible dentro del panorama de los que a este género se dedican, el pasado año citaba la peculiaridad del videasta capaz de imbricar en un juego de visualidades acertadas tanto la música, el montaje y, por supuesto, el protagonismo del signo visual, mediante la armonía y coherencia de un discurso difícil por lo compendiado de un obrar que llevaría infinitud de palabras o de testimonios para describir lo que el documentalista nos significa en menos de tres minutos.
He ahí, sin duda, el dominio de Chile: el suyo es el reino de la imagen. Ha logrado, con habilidad, no solo una narrativa del instante del fluir de la creación, sino de igual forma recrearlo y para ello parte en cada caso de líneas musicales, de edición y de montaje, asimismo de la tecnología, apoyado en sus colaboradores y en muy acertados compositores. Cada historia es hilvanada no solo desde su mirada de artista, sino a partir de la morfología o sentido de la obra en sí de cada artista. De ahí que el trabajo de índole performática de Cirenaica Moreira antes de hacer sus fotografías y, como por ejemplo, es “descubierto” por Roberto que nos lo proyecta a modo de las pantallas de cine silente, en otro video resalta el choteo que marca a Reinerio Tamayo y que se torna en jocoso corto sobre su obra Magma mía!!! con una imprescindible banda sonora de Alexis Bosch; muy diferente, sin embargo, es el video con música de Frank Fernández de Estudio de intimidad, de Alicia Leal, mucho más lírico y, por tanto, coincidente con la poética de esta artista.
Artista de la cámara, Chile se revela en esa tenacidad a toda prueba que le individualiza. Sus “tomas” de la producción de los artistas plásticos cubanos continúan explicitando, ya sea a través de curadurías o videos, de forma atractiva y sin grandilocuencias, los lenguajes y discursos de cada creador.